¿Es necesario y oportuno entregar goma de borrar entre los útiles a la hora de la Prueba grafológica de un dibujo?
Hace tiempo que se viene escribiendo sobre los efectos de la goma de borrar en el
aprendizaje de la escritura y el tema llamó mucho la atención.
El borrado visto desde
la Grafología
En primer lugar me gustaría hacer entender qué implica
el borrado en Grafología.
Las personas nos proyectamos en el papel a través de
nuestros garabatos, nuestras letras o nuestra firma. Cada individuo al trazar
sobre el papel registra inconscientemente su modo de ser, pensar y sentir a
través de micro gestos realizados por su mano. Por tanto, esa proyección en el
papel somos nosotros mismos, nuestro mundo y nuestra forma de vivirlo. El hecho
de borrar implica precisamente hacer desaparecer algo que es nuestro, que nos
es propio, una parte de quiénes somos.
Si nos paramos a pensar en el uso de la goma de borrar, veremos que se
trata de algo que hemos incorporado de forma artificial en el mundo infantil.
Cuando un niño traza sus primeras formas y hace sus dibujos nunca piensa si
está bien o mal hecho, simplemente lo hace, disfruta y continúa. Jamás pedirá
una goma de borrar porque no sabe qué es ni para qué se utiliza. Seguramente la
primera vez que la vea pruebe sobre alguna superficie que pasa al apretarla y
al ver que no produce ningún efecto visual, la acabe dejando a un lado, o bien
le dé un uso distinto al que tiene.
Es a partir de que aparecen las valoraciones respecto a cómo dibujar o cómo deben ser
las formas que él dibuja, cuando les introducimos al uso de la goma de borrar,
momento que suele coincidir con la escolarización.
De alguna manera, mediante estas valoraciones el niño recibe el mensaje de
que "hay algo que no ha hecho bien", algo que ha hecho debería
hacerse de otra manera, o que no es lo bastante bueno tal como lo dibujó.
Pero sobre todo esto es así al iniciarse en el aprendizaje de la escritura,
cuando el pequeño debe hacer movimientos concretos, totalmente nuevos para él.
Así es como la goma de borrar se convierte en compañera inseparable al lado de
su lápiz y su cuadernillo.
Esta acción de borrar realizada una y otra vez sobre
lo representado sobre el papel es lo que genera de forma inconsciente sentimientos de inseguridad, de angustia y frustración.
De hecho, los borrados en la interpretación de los
dibujos indican la existencia de conflictos,
ansiedad, fuerte autocrítica e indecisión.
Para el niño que aprende algo nuevo, las referencias que recibe del
exterior son muy importantes y por eso hacerlo bien pasa a ser una
preocupación, a veces casi obsesiva, porque lo que percibe cada vez que realiza
la tarea es que nos centramos en lo que "no está bien hecho" más que
en lo que sí lo está.
Para entenderles un poco mejor os animo a realizar un sencillo ejercicio,
que una de mis profesoras me hizo hacer un día a mí. Probad dibujar o escribir
con la mano que no utilizáis de forma dominante y comprobaréis como se crispa
el movimiento de la mano al trazar unas determinadas formas a las que no
estamos acostumbrados. Pues así se sienten los niños cuando "les
toca" hacer un determinado dibujo o realizar sus primeras letras.
¿Cómo sustituir el borrado entonces?
Cuando se trata del dibujo, dejando que
este se desarrolle libremente y al ritmo de cada niño. Si puede dibujar las
formas a su manera y con su estilo personal, según su propia maduración, no va
a ser necesario el uso de la goma de borrar. Como el niño no va a tener que
imitar o copiar un dibujo, no deberá corregir entonces ningún trazo y
evitaremos así la presión y la frustración hacia el resultado que se obtiene y
hacia la pérdida de control sobre su forma concreta de expresarse.
Como afirmaba Viktor Lowenfeld en
uno de sus libros sobre arte infantil, "El niño que imita puede
convertirse en un ser dependiente en cuanto a sus pensamientos y llegar a
subordinar sus ideas y su expresión a las de otros y su dependencia de otros
puede conducirlo a la frustración."
En la escritura también
hay una fácil solución y ni siquiera deberemos utilizar el tachado, que resulta
más negativo si cabe que el borrado porque es mucho más visual. Siguiendo las
bases de la grafoterapia, simplemente hay que
repetir la palabra o letra que se ha escrito, pudiendo enmarcar la falta en un
paréntesis o con un subrayado para tenerla en cuenta. En definitiva lo que
queremos es promover la práctica, y la repetición nos ofrece la oportunidad de
hacerlo. Además, ayudamos en la realización de una escritura más progresiva, ya
que el pequeño no debe volver atrás para borrar ni tachar, sino que se vuelve a
proyectar de una forma mejorada, avanzando hacia la derecha sin trabas ni
frenos.
Con estas sencillas estrategias proporcionaremos
un mayor sentimiento de competencia y seguridad en el niño, y esto repercutirá
en su felicidad y crecimiento. Y en el caso que un niño tenga interés por
imitar un cuadro o una figura concreta y deba corregir alguna parte, dejemos
que fluya su creación sin condicionantes y que busque sus propias estrategias
para mejorar "los defectos".
Fuente: Judit Cueto Lázaro